Falsa imagen de la realidad, hace que mis ojos sientan su incapacidad, tanto tarde pequeño corazón en ser realmente capaz de ver, que ya nada podía hacer. En ese grupo de almitas a condenas asumidas la tuya se empeño en pasar desapercibida…y lo logro, solo tus ojos de cristal llamaron mi atención pero el vitral de apariencia que con tanta perfección dibujaste en ellos me mantuvo lejos.
Por dictado casual o causal en mi despedida a ti me acerque, a tu lado reí y jugué, mientras la luz de esos ojitos de cristal me iluminaban como a la protagonista de una obra de teatro, bajo el reflector principal. En el fervor de esa informal conversación tu dulce voz, relatora de aventuras infantiles, se vio emboscada por una realidad que se traspiraba en tus palabras, intentando ocultarte te mostraste en rojas y sangrantes heridas que tenían la firma de la sentencia que te sometía, el sello indeleble de la maldad lo tenias gravado en tu piel para toda la eternidad…el juego era el disfraz en el que tu inconciencia cómplice de tu inocencia te protegían.
Y por primera vez te vi…pequeña almita jaqueaste la coraza de mi corazón y en un crack se partió… esa absurda armadura levantada en las simientes del miedo a una realidad que no seria capaz de manejar, uniformada detrás de los prejuicios que mi profesión me imponía, la vi caer…doblegada ante ti.
Allí tan cerca de ti, vi que tus hermosas mejillas habían sido enrojecidas de los bofetazos de la vida, que tus azules ojos, una vez negros, fueron desteñidos por interminables lágrimas derramadas a través de ellos, que tu pasibilidad era el resultado del abatimiento de un corazón cansado de luchar…esclavizada mi alma a tu realidad en tus ojitos de cristal pude entrar te vi recolectar heridas no merecidas, no buscadas, ni debidas; te vi abortada lágrimas a las que no le dabas el privilegio de la vida; te vi lamer ajenas cicatrices que tras cada mentira revivían; te vi…por primera vez en meses te vi.
Jamás escuche un grito de desesperación tan dulce como el de este pequeño principito de ojitos de cristal, la luz de sus ojos ya no me enaltecía, sino que ahora era como un animal que en el camino iluminada por la luz de un desenfrenado auto, tarde vi tu verdadera luz, ahora solo espero el impacto.
Perdóname principito por que no te pude ayudar…perdóname por no poder ayudarte a gritar…perdóname por no ser siquiera tan fuerte como vos y derramar estas hipócritas lagrimas en soledad…
Por si la quieren escuchar