jueves, 18 de diciembre de 2008

En esta puta ciudad


Tu esporádica presencia volvió tus ojitos de cristal solo unos mas… azules y preciosos, resaltaba aun mas adornados por tu cabellera color miel que en concierto con esas mejillas rojizas inspiraban una maravillosa salubridad, tu pasibilidad contrastaba con esa sonrisa picaresca que enamoraba… un niño de comercial.
Falsa imagen de la realidad, hace que mis ojos sientan su incapacidad, tanto tarde pequeño corazón en ser realmente capaz de ver, que ya nada podía hacer. En ese grupo de almitas a condenas asumidas la tuya se empeño en pasar desapercibida…y lo logro, solo tus ojos de cristal llamaron mi atención pero el vitral de apariencia que con tanta perfección dibujaste en ellos me mantuvo lejos.
Por dictado casual o causal en mi despedida a ti me acerque, a tu lado reí y jugué, mientras la luz de esos ojitos de cristal me iluminaban como a la protagonista de una obra de teatro, bajo el reflector principal. En el fervor de esa informal conversación tu dulce voz, relatora de aventuras infantiles, se vio emboscada por una realidad que se traspiraba en tus palabras, intentando ocultarte te mostraste en rojas y sangrantes heridas que tenían la firma de la sentencia que te sometía, el sello indeleble de la maldad lo tenias gravado en tu piel para toda la eternidad…el juego era el disfraz en el que tu inconciencia cómplice de tu inocencia te protegían.
Y por primera vez te vi…pequeña almita jaqueaste la coraza de mi corazón y en un crack se partió… esa absurda armadura levantada en las simientes del miedo a una realidad que no seria capaz de manejar, uniformada detrás de los prejuicios que mi profesión me imponía, la vi caer…doblegada ante ti.
Allí tan cerca de ti, vi que tus hermosas mejillas habían sido enrojecidas de los bofetazos de la vida, que tus azules ojos, una vez negros, fueron desteñidos por interminables lágrimas derramadas a través de ellos, que tu pasibilidad era el resultado del abatimiento de un corazón cansado de luchar…esclavizada mi alma a tu realidad en tus ojitos de cristal pude entrar te vi recolectar heridas no merecidas, no buscadas, ni debidas; te vi abortada lágrimas a las que no le dabas el privilegio de la vida; te vi lamer ajenas cicatrices que tras cada mentira revivían; te vi…por primera vez en meses te vi.
Jamás escuche un grito de desesperación tan dulce como el de este pequeño principito de ojitos de cristal, la luz de sus ojos ya no me enaltecía, sino que ahora era como un animal que en el camino iluminada por la luz de un desenfrenado auto, tarde vi tu verdadera luz, ahora solo espero el impacto.
Perdóname principito por que no te pude ayudar…perdóname por no poder ayudarte a gritar…perdóname por no ser siquiera tan fuerte como vos y derramar estas hipócritas lagrimas en soledad…






Ciudad de pobres corazones_Fito Paez




En esta puta ciudad


todo incendia y se va


matan a pobres corazones


En esta sucia ciudad


no hay que seguir ni parar


Ciudad de locos corazones


No quiero salir a fumar


no quiero salir a la calle con vos


no quiero empezar a pensar quien puso


la yerba en el viejo cajón


Buen día al Lexotanil


buen día señorabuen día doctor


maldito sea tu amor


tu inmenso reino y tu ansiado dolor


que es lo que quieres de mi?


que es lo que quieres saber?


no me veras arrodillado


Dicen que ya no soy yo


que estoy mas loco que ayer


y matan a pobres corazones



Por si la quieren escuchar




viernes, 12 de diciembre de 2008

El infierno de Febo


La noche desteñida pierde su pigmento protector, y un éxodo de estrellas huye a refugiarse de las lágrimas de desamorados melancólicos que solo les hacen el amor en el frenesí de la tristeza, para luego despojarlas de sus miradas por la ceguera de un nuevo amor. Huyen asustadas por un dolor en potencia, que las acosa en su posibilidad de acto. Perseguidas por sus sombras, estas estrellas absolutas, omnipotentes pobladoras del oscuro firmamento, tropas sicarias de lunas protectoras de poetas… No hallarán jamás lenguaje braile posible con el cual competir con ese amor, que de todo lo bello las desalojo.
Este ejército en retirada, de cotidianas batallas que se anuncian perdidas apenas comenzadas, va dejando en su marcha medrosa los despojos de un campo de fuego, paisaje de cicatrices belicosas, que en posguerra ilumina Febo.
Acorralando la noche, en su crisol de colores, se impone un nuevo dictador. Mucho más poderoso, de luz solemne e irrefutable va preparando el lugar a las criaturas que pueblan este nuevo día, apuntalado en las ruinas de la noche.
De las entrañas del noctámbulo se abre paso un nuevo ser, una bestia germinada con cada rayo de luz. Hijos del día, paridos por el sol entre los miserables desechos de una pasión, con una alarido desmedido, el lobo le aúlla a su progenitor, y Febo sabe que nació.
En el reino de la luz, los derrotados de pasiones desmesuradas, que en la noche supieron ver su esplendor, quedan a merced de estas bestias devoradoras de amantes. Y estos amados, señores absolutos, esclavizan sin piedad.
Poco a poco la tierra comienza a poblarse de sus nuevos habitantes. Diurnos hombres lobo cuyas garras y dientes se develan con cada rayo de sol y su ferocidad es alimentada por el indulto que le ofrece el celeste firmamento. Estos seres restauran su control sobre sus insurrectos amantes. El orden es nuevamente impuesto, la anarquía se disuelve en de trímetro de la muerte del poeta.
Cada día entre el alba y el ocaso en la tierra se renueva el poder. En la noche soy el amo que enloquece tu ternura y desborda tu pasión, y con la primera luz de un nuevo día escucho tu voz… “no esperes nada de mi”… encadenando mi amor.