viernes, 12 de diciembre de 2008

El infierno de Febo


La noche desteñida pierde su pigmento protector, y un éxodo de estrellas huye a refugiarse de las lágrimas de desamorados melancólicos que solo les hacen el amor en el frenesí de la tristeza, para luego despojarlas de sus miradas por la ceguera de un nuevo amor. Huyen asustadas por un dolor en potencia, que las acosa en su posibilidad de acto. Perseguidas por sus sombras, estas estrellas absolutas, omnipotentes pobladoras del oscuro firmamento, tropas sicarias de lunas protectoras de poetas… No hallarán jamás lenguaje braile posible con el cual competir con ese amor, que de todo lo bello las desalojo.
Este ejército en retirada, de cotidianas batallas que se anuncian perdidas apenas comenzadas, va dejando en su marcha medrosa los despojos de un campo de fuego, paisaje de cicatrices belicosas, que en posguerra ilumina Febo.
Acorralando la noche, en su crisol de colores, se impone un nuevo dictador. Mucho más poderoso, de luz solemne e irrefutable va preparando el lugar a las criaturas que pueblan este nuevo día, apuntalado en las ruinas de la noche.
De las entrañas del noctámbulo se abre paso un nuevo ser, una bestia germinada con cada rayo de luz. Hijos del día, paridos por el sol entre los miserables desechos de una pasión, con una alarido desmedido, el lobo le aúlla a su progenitor, y Febo sabe que nació.
En el reino de la luz, los derrotados de pasiones desmesuradas, que en la noche supieron ver su esplendor, quedan a merced de estas bestias devoradoras de amantes. Y estos amados, señores absolutos, esclavizan sin piedad.
Poco a poco la tierra comienza a poblarse de sus nuevos habitantes. Diurnos hombres lobo cuyas garras y dientes se develan con cada rayo de sol y su ferocidad es alimentada por el indulto que le ofrece el celeste firmamento. Estos seres restauran su control sobre sus insurrectos amantes. El orden es nuevamente impuesto, la anarquía se disuelve en de trímetro de la muerte del poeta.
Cada día entre el alba y el ocaso en la tierra se renueva el poder. En la noche soy el amo que enloquece tu ternura y desborda tu pasión, y con la primera luz de un nuevo día escucho tu voz… “no esperes nada de mi”… encadenando mi amor.

4 comentarios:

Melibea dijo...

¡Hola! ¡Cuánto tiempo sin verte!

Reconozco que soy una enamorada de la noche; no me canso de decirlo. Adoro la Luna con su misterio, su pasión, su magia, sus mil formas de evocarme recuerdos y fantasías. En estos días, echo de menos a una persona con la que sueño la Luna. Esa persona comparte mi forma de mirarla, pero, a su vez, me ha mostrado otras.

Yo sí quiero ver la Luna roja sobre el Mar Negro para capturarla en mi red unos instantes y absorber parte de sus encantos.

Un abrazo

sujetotacito dijo...

Muy buena!, yo soy un noctambulo empedernido, devenido en triste diurno pero temporalmente.
Cómo extraño las noches!!!, poruqe las cosas interesantes suelen pasar de noche.
besos

Pablo_snm~El necio dijo...

Casiopea: IMPECABLE, HERMOSO, BELLO, EMOCIONANTE... Lo eí con el día amaneciendo. Será eso? No, no lo creo. Cada día escribís más lindo...
Te extraño! Quiero que esta semana termine para recuperar mi vida.
Besotes!
Te quiero mucho!

Anónimo dijo...

loca,,, exelente entrada ¿la escriviste vs?
me encanta estetipo de literatura, poetica y delirante, metaforica¿se refiere a la dictadura o algo asi